Cita con la muerte IV: Rita II

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Varios años pasaron después de aquél incidente en el que Al casi perdió la vida. La experiencia poco a poco se fue desvaneciendo de su memoria.

La imagen de Rita se desvaneció de sus recuerdos. Extrañamente y con cierta frecuencia, él soñaba con una mujer de tez muy blanca y pelo negro, largo, que de repente se atravesaba en sus sueños.

Con el tiempo, Al se convirtió en un respetable hombre de negocios. Muchas mujeres se acercaron a él buscando una relación estable... pero siempre fracasó... siempre se alejó o alejó a sus prospectos por motivos que ni él mismo podía explicarse.

Un buen día, Al llegó a su límite y tuvo una conversación consigo mismo.

— No entiendo porqué es que siempre que me enamoro, fracaso.

— Es que no estás destinado a enamorarte.

— Que poca madre.

— Tu destino es más grande que eso. ¿Qué caso tiene sentir el amor de una persona si estás destinado a sentir el amor de miles?

— Eso es una falacia. ¿De qué me sirve sentir el amor de miles si necesito el amor de ella?

— No es su amor el que necesitas. Es en sí el amor de alguien.

— Será el sereno, pero ella me hace feliz. La hago sentirse feliz.

— Eso es lo que tú crees... ella no necesita de tu amor... ella lo que necesita es su propio amor.

— Si, sé perfectamente que ella necesita encontrarse a sí misma... pero... carajo... ¿tan malo es que yo trate de hacer algo por ella?

— Si... es la mujer de la que te has enamorado...

— Y repito, ¿qué putas tiene eso de malo? ¿tan malo es para mí mismo el que yo me enamore de alguien?

— Sí. No debes enamorarte. Ni de ella ni de nadie más.

— No lo acepto.

— Te condenarás a regresar a ser lo que eras antes.

— Eso ya lo soy...

— Precisamente... je!

— ¿O sea?

— Has recuperado lo que eras. Has recuperado tu nivel. Has recuperado tus emociones. Has recuperado tus sentimientos. Te has recuperado a ti mismo.

— Entonces?

— Nada :)

— Ah, chido... yo acá sufriendo y tú allá chingándome...

— Sí, tú sufriendo... pero porque quieres.

— Mh...

— Te lo dejo de tarea ;)

— Pero... ¿acaso no me quiere ella?

— No... ella sólo se quiere a sí misma... te has equivocado al creer que ella podría enamorarse de ti.

— Me niego rotundamente a esa idea... es un truco tuyo para alejarme de ella.

— Te lo juro... tú tienes un destino mucho más grande.

— Pero ELLA es el destino que quiero elegir!

— Pues te condenarás si la eliges. Sufrirás. Perderás todo...

— ¡No me importa!

— Sólo te importas a ti mismo... no te importan los que están a tu alrededor...

— ¡Claro que me importo a mí mismo! ¡Es mi vida! ¡Puedo hacer con ella lo que yo quiera!

— NO. Tu vida pertenece a algo más grande. No puedes disponer fácilmente de lo que te ha sido designado.

— ¡Mierda! ¡haré lo que me venga en gana!

— Si así lo quieres... así será entonces.

Al jaló del gatillo, dejando una marca de sangre sobre la pared.


Al abrir los ojos, Al se encontró en presencia de un ángel de negra cabellera y alas doradas que portaba en su mano derecha una hoz tan brillante como el sol mismo. En ese momento, reconoció el rostro de ese ángel: era Rita.

— Tú... que... ¿¡que haces aquí!? –preguntó él con un tono de dolor salido de lo más profundo de su corazón.–

— Yo soy quien te trajo aquí –contestó ella– ...ha llegado el momento en el que unamos nuestros caminos...

Mil cosas pasaron por la mente de Al en ese momento... recordó lo que había vivido en el transcurso de los últimos 10 años y la rabia inundó su cabeza.

— ¡Así que fuiste tú! –reclamó– ¡Perra egoísta! ¡no pude vivir la vida que quería vivir gracias a tu bastardo egoísmo!

Ella bajó la mirada y dos lágrimas recorrieron sus mejillas.

— ¡Claro! –añadió Al– ¡Es más que obvio! No pudiste llevarme contigo en el momento en el que yo me ofrecí... pero siempre estuviste ahí... tejiendo tu telaraña... haciendo que todo se diera para que fuese yo quien llegase a tí en cuanto a tí se te pegara la gana... ¿¡no es cierto!?

Ella, con un dolor inmenso en su ser, levantó la mirada y dio un paso hacia él.

— No es lo que tu piensas, Al... yo te amo...

Al dio un paso hacia atrás.

— No cabe duda que por eso los mortales te temen... sólo sabes traer dolor a los demás... me lo has traído a mí, al que considerabas "tu mitad"...

Un fugaz recuerdo de la felicidad que Al sintió cuando conoció a Rita hizo que el dolor causado por su obstinación reemplazara a la ira que lo había dominado.

— Pero aún así... contigo pasé los momentos más felices de mi vida...

— Yo sólo te empujé hacia mí –añadió Rita– ...otros poderes intervinieron sin solicitud mía en la vida que has vivido...

El semblante de Al cambió. Sabía que ella no le mentiría. También sabía que había poderes más allá de su comprensión que empujaban su vida hacia situaciones que ni él mismo había soñado. Se acercó hacia ella y tomó sus mejillas. Bebió las lágrimas que escurrían por esas divinas mejillas y la miró a los ojos.

— Perdóname. Mi ira me dominaba, pero ahora entiendo que todo se dio de forma que nos encontráramos al fin...

El rostro de Rita se iluminó. Ella besó suavemente los labios de él, transmitiéndole todo lo que había deseado hacerle sentir durante tanto tiempo. Él, al recibir todo ese amor, se entregó a él, perdiendo poco a poco la consciencia.


Jamás sabremos cómo termina esta historia, pero no sé porqué tengo la ligera impresión de que cuando nuestras almas abandonen nuestros cuerpos, nos encontraremos con un ángel inmensamente feliz que nos llevará hacia nuestro siguiente paso evolutivo.

Y si le preguntamos a ese ángel porqué es que irradia tanta felicidad, seguramente nos responderá que sólo transmite lo que siente: el ser una entidad completa, alguien que acepta su misión en el orden de las cosas porque no le falta nada más.

Documento originalmente publicado en whitepuma.net en abr 10, 2004.

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