Un cuervo volaba sin rumbo fijo en una lluviosa noche en un bosque oscuro. Estaba herido de un ala, y no podía remontar el vuelo. Algunas alimañas habían atestado mortales ataques contra el, pero para su fortuna, siempre habían llegado otros animales a salvarle instantes antes de sufrir una muerte violenta, dándole la oportunidad de huir antes de que su salvador se convirtiera en su victimario.
Toda su vida este cuervo luchó por sobrevivir... la vida había atestado muchos golpes a su corazón, estaba pagando cuentas que tenía pendientes de vidas pasadas, y algunas que le habían agregado por haber tomado las decisiones incorrectas, cargando una enorme cruz en su espalda.
A lo lejos y con la luz de un relámpago, notó una cueva escondida bajo una pequeña formación rocosa. Tratando de salvar su vida de los fuertes rayos que caían sobre los árboles, dejándole sin un refugio seguro, voló hacia la entrada y se detuvo en la entrada, mirando hacia atrás el diluvio que parecía no tener fin.
La cueva era oscura, sombría, sus plumas estaban completamente empapadas, tenía frio... y parecía no haber nada en donde pudiera acurrucarse para descansar y traer un poco de calor a su cuerpo. De su ala salían unas gotas de sangre causadas por una zarza con la que había tropezado, habiendose herido con una gruesa y larga espina que el destino había colocado en el desesperante esfuerzo por salir.
De repente algo llamó su atención: una luz alcanzaba a notarse en la inmensidad de la cueva... parecía haber algo ahí que inspiraba un poco de calor. Después de titubear durante algunos minutos, el cuervo avanzó a brincos hacia el interior, tratando de dibujar en su mente alguna explicación a ese fenómeno que no alcanzaba a comprender.
Conforme más se acercaba, la luz era más brillante, y sonaban unas pisadas sobre algo que parecían ser hojas muertas sobre el piso... su curiosidad se hacía cada vez más intensa... siguió avanzando hasta que oyó un leve rugido que le asustó... pero no podía detener su avance.
Se ocultó detras de una piedra y alcanzó a ver un hermoso puma blanco que desprendía un dorado halo de luz dorada sobre su piel... sus ojos no podían alejarse de la silueta de ese animal, que jamás había visto. Su corazón comenzó a latir agitadamente del nerviosismo ante algo desconocido... pero algo había en ese animal que le inspiraba mucha confianza... algo que jamás había sentido antes.
Los rojos ojos del puma voltearon hacia la piedra tras la cual asomaban algunas plumas del cuervo, y se pintó en su rostro una sonrisa. Sacudiendo su cabeza, caminó lentamente hacia el cuervo que estaba paralizado del miedo.
Una vez llegando a la piedra, se agachó tratando de sorprender al cuervo, el cual trataba de ocultarse lo más posible para evitar ser comido. El cuervo cerró sus ojos implorando ayuda, y una voz retumbó en la cueva diciendo: "yo soy quien has pedido que venga a tí"... Cuando abrió sus ojos, tenía el rostro del puma frente a él, mirándole con una tierna expresión que inspiraba confianza. La impresión fué demasiado fuerte para el cuervo, quien cayó desmayado.
El puma lo tomó con una de sus garras y caminó hacia una cómoda cama hecha de hojas secas que había elaborado. Las plumas del cuervo se tornaron doradas en el trayecto, emitiendo una hermosa luz. El puma se recostó sobre las hojas y extendió al cuervo cerca de su cabeza, creando un círculo con su brazo, dejando al cuervo enmedio.
El cuervo estaba sumido en un hermoso sueño en el cual se veía brillando como un pequeño sol en la tierra, al lado de un hermoso ejemplar que volaba a su lado, con el mismo brillo, el mismo corazón... ambos eran el uno para el otro.
El puma no dormía, solo se concentraba en sanar el cuerpo, el corazón y el alma del cuervo. Había muchas cicatrices ahí, y estaba preocupado porque el cuervo recibiera lo que por derecho le pertenecía desde mucho tiempo atras.
Inexplicablemente la lluvia cesó afuera y el amanecer apareció, dejando ver los rayos del sol que entraron a la cueva iluminándola por dentro.
El cuervo abrió un ojo y se incorporó súbitamente, sintiendo una sensación extraña en su cuerpo... algo había pasado, pero no sabía que... extendió sus alas para desentumir sus músculos y notó que ya no le dolía la herida en su ala... ya había sanado. De repente llegó a su mente la imagen del puma... pero al voltear no había nadie, solo él. Brincando se acercó a la entrada de la cueva y al levantar la vista vio un hermoso cuervo que provenía de una lejana tierra del otro lado del mundo. Sin pensarlo dos veces, voló hacia donde estaba y se posó a su lado. El otro cuervo volteó a mirar y extendió sus alas para recibirlo. Al tocarlo, ambos comenzaron a brillar como dos pequeños soles, quedando conectados el uno al otro en cuerpo, corazón y alma, remontando el vuelo hacia un hermoso futuro que el creador les había trazado.
A lo lejos, recostado sobre un claro, tomando un poco de luz que el dios sol le obsequiaba, un puma blanco que desprendía una luz divina los veía partir, bendiciéndolos con una sonrisa que provenía de su corazón.
Dedicada a con mucho cariño a Raven
Documento originalmente publicado en whitepuma.net en nov 15, 1997.