El día que el fin llegó...

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Fue antes del amanecer, en una miserable mañana del amargo 1999, cuando todos los médicos entregaron su resultado, diciendo a mi madre que la esperanza es lo último que se pierde y que yo tenía que ser fuerte para que ésto no me derrumbara. Al salir del consultorio, vi a toda mi familia esperando las "buenas noticias"; obviamente ellos no sabían nada, yo me mantuve callado hasta que alguien me preguntó cómo me sentía.

- ¿Así que tú quieres saber como estoy por dentro? ¿crees que te gustará lo que tengo que decir? Mira - le entregué los resultados - Dime, ¿algo está impidiendo que brilles como el sol? ¿no es esto lo que esperabas ver? si quieres averiguar qué hay detrás de estos fríos ojos, tan sólo tienes que abrirte paso a través de la desgracia. Así que ahora no me preguntes como me siento...

Ya en casa, llego de "visita" mi amigo Paco; como era de esperarse, el chisme se esparció más rápido que un virus. - Se abre la puerta de mi dormitorio -.

- ¿Qué hay Paco?

- Oe no jodas, ¿es verdad?

- Sí huevón, no hablemos de eso ¿quieres?

- Pero ¿cómo? ¿por qué?

- Y qué mierda sé yo, no sé nada, lo único que sé es que ahora es cuando más necesito a mi madre y a mi desaparecido padre, ya que no lo resisto más, desde que empezó esto no he dejado de tener un sueño ridículo donde ellos me dicen: Mamá ama a su bebe y papi lo ama también; los dos haremos que el mar te parezca cálido y el cielo te parezca azul... Entonces despierto y todo se disuelve como las sombras en la noche, salgo de mi habitación y todos me miran con lástima. Es demasiado ¿sabes? Es muy difícil caminar con la frente en alto en el hielo quebradizo de esta vida, cuando la pena a ti mismo te consume y arrastras tras de ti, el reproche silencioso de un millón de ojos empañados de lágrimas; a cada paso que doy siento que una grieta en el hielo aparece bajo mis pies y resbalo a donde no debo ir... y pierdo la razón... con mi miedo fluyendo tras de mí... me aferro al hielo quebradizo...

- ¿Qué puedo hacer para ayudarte? - dice Paco, casi blanco por la sorpresa.

- No necesito ayuda, no necesito lástima, ni mucho menos palabras dulces que me recuerden lo que viene; ¿acaso es tan difícil hacer como si nada pasara? Acaso es tan... - Se abre la puerta y es Mirella, que con lágrimas en los ojos corre a mi encuentro y me abraza fuertemente. Aun puedo recordar su rostro lleno de lágrimas de cristal, su cabello oliendo a rosas, su blanca y suave piel como la nieve que caía afuera, y sus ojos, esos ojos con los que entraba hasta lo más profundo de mi alma, curando heridas que no podían ser curadas; aun recuerdo su voz, la cual me daba vida y esperanzas cuando lo necesitaba; recuerdo que cuando me abrazaba era como estar en el lugar más seguro y cálido, en donde como un niño me escondía.

Ella lloraba y me decía que no era verdad, y yo paralizado sin poder decir nada, tan sólo lloraba junto con ella y así fue cuando ella en un momento de sobrecarga de emoción me dijo lo que siempre esperé escuchar... haciendo nuestra unión mucho más fuerte...

Ella se sentó en mi cama; casi no podía hablar y le di una copa de escocés etiqueta azul "Nuestro favorito" y ella se la tomó como agua y mirándome me dijo: ¿Acaso no hay forma de curar esa mierda?... A lo que yo respondí: "Good bye cruel world", nuestra canción favorita de Pink Floyd. Inmediatamente, un silencio fúnebre se esparció en la habitación; Paco, Mirella y yo sólo nos miramos, y nadie podía pronunciar una palabra.

La mañana siguiente fue como un logro, nunca pensé que me alegrase tanto ver el sol nuevamente; fue mi madre quien con un beso me despertó, dándome esa paz que sólo ella podía darme. Al verla le pregunté: - Mom, ¿realmente estoy muriendo?, a lo que ella respondió: shh... la vas a despertar, dirigiendo su mirada al pie de la cama...

Documento originalmente publicado en whitepuma.net en ene 3, 2004.

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