...fué entonces cuando una ráfaga de aire frio recorrió toda su columna vertebral e hizo que su cuero cabelludo se erizara... su armadura de un color dorado brillante se transformó en una negra coraza de un opaco profundo. Su casco dorado, cuya forma de caballero andante adelantado a su tiempo inspiraba respeto y protección, se convirtió en alguna especie de máscara terrorífica difícil de describir... lo único que él percibía es que esa nueva cara inspiraba un odio, un rencor, un miedo que calaba hasta los huesos.
El caballero de brillante armadura, el protector, se había convertido en un monstruo al haber cruzado la línea. El haber entrado a ese territorio sombrío, muy bien enmarcado por la oscuridad total, lo había hecho adecuarse a la nueva realidad que estaba experimentando.
Por dentro no había cambiado, simplemente se había hecho más fuerte. Su corazón brillaba, pero su cuerpo se estremecía con una fuerza oscura que lo protegía de la maldad que imperaba alrededor.
Los hermosos campos floridos, llenos de verdor, calidez, alegría, yacían a su espalda cubiertos por un velo de oscuridad. Era como haber entrado en otra dimensión.
En el horizonte no lograba captar nada... sólo un desierto sombrío, una tierra árida, llena de tristeza, sin vida, completamente seca de todo aquello que pudiese inspirar deseo alguno de permanecer ahí por cualquier periodo de tiempo.
Pero dentro de la aberración que a los ojos del caballero se presentaba, había cierta belleza... cierta paz indescriptible. El se percataba de que este también era su dominio... la parte oscura dentro de su ser que sabía que existía, que había percibido, pero que no había podido palpar.
El hermoso pelaje blanco de su corcel ahora era de un negro brillante que tenía una hermosura sin igual, pero sus ojos se habían tornado rojos como la sangre derramada por los guerreros de las eras pasadas, de aquellos a quienes se les dio muerte injustamente. En cada exhalación arrojaba fuego por la nariz, y unas largas y descarnadas alas, de forma similar a las de un murciélago, habían sobresalido de sus costados.
Caballero y corcel, ambos transformados.
El caballero bajó de su corcel, rompiendo los restos de un ser humano que yacía a sus pies. "pobre diablo", pensó... "muchas veces se lo advertí y jamás tomó en cuenta mis consejos. Ha sido condenado".
Caminando, notaba como yacían algunos esqueletos regados, en posiciones de muerte muy poco naturales... tal parecía que la justicia divina había dado cuenta de esas vidas de una manera espantosa... pero... ¿porqué estaba viendo el esto? ¿acaso era alguna señal de lo que vendría a su alrededor en el futuro? él estaba seguro de que no era su destino vivir en un lugar como ese, pero... algo había ahí que él debía descubrir.
Caminando encontró un pequeño charco que engañaba a la vista... con cada parpadeo, se transformaba de agua en sangre, de sangre en veneno, y de veneno en agua. Se reclinó para ver en que consistía el fenómeno, se quitó su casco y al ver su reflejo en el líquido se percató de que el color de su aura era de un blanco intenso, muy brillante, que iluminó a varios metros a la redonda de donde estaba. Se sorprendió al ver que su aura estaba mejor definida que nunca. La notó a primera vista, algo extraño, ya que para poder ver su propia aura debía tener cierto grado de concentración.
Colocó el casco en el muerto suelo, y se quitó el guante derecho, notando que también su mano brillaba intensamente. La metió en el líquido para ver su composición, tomó un poco y lo acercó hacia su nariz, percibiendo su aroma... neutral. Era agua, un agua pura, como nunca la había visto. Dio un sorbo y sintió cómo refrescaba su cuerpo por dentro, dándole una placentera sensación. No era cualquier agua... era el agua de la vida de la fuente de su propio santuario... es cuando comprendió porqué existía ese lugar, y quienes eran los que yacían alrededor...
Se levantó, recorrió el terreno con su penetrante pero tierna mirada, y con un semblante de tristeza por los que murieron en el intento de beber del agua de un santuario ajeno, simplemente dijo... "pobres ilusos... no merecían morir de esa manera, pero bien merecido lo tuvieron por haber querido tomar sin per miso de lo que por derecho me pertenecía".
Tomó su casco, su guante, subió a su corcel y emprendió el camino hacia el norte, siguiendo un punto lejano de luz que se alcanzaba a notar en la distancia... no se había percatado de que mientras estaba sumido en sus pensamientos, tratando de comprender lo que era esa fuente, se había abierto una grieta en el tiempo/espacio, creando un portal hacia el otro lado... una nueva etapa, un agujero en la nada, pero en el todo al mismo tiempo. Estaba ahí, existía, no había aparecido de la nada... simplemente fué develado en el momento preciso.
Un punto ciego.
Una fracción de segundo.
Un destello de luz.
Alejó la mano de sus ojos y notó que había sufrido otro cambio... su armadura... ya no era oscura, pero tampoco era dorada... ahora brillaba con un color blanco cegador.
Y es que estaba hecha de diamante puro.
Su corcel había recuperado el bello pelaje blanco, y sus alas ahora estaban cubiertas de un hermoso plumaje. Sus ojos, rojos como la sangre de los seres que no han nacido, que vendrán a traer esperanza, fe, amor a este mundo, irradiaban una sensación de bienestar cuando se les veía de frente. Se abrazó al cuello de su corcel, el cual relinchó de gusto.
Emprendió el camino perfectamente trazado por un arcoiris, hacia un destino que le aguardaba... algo incierto, pero... no había piedras en el camino. Todo parecía indicar que los sucesos del pasado habían hecho una limpieza en ese sendero, y el extasiante aroma de las flores alrededor llenaba su corazón de un deseo de caminar, dejarse llevar por la vida.
A lo lejos, muy adelante de él, tres animales sagrados caminaban, mirando hacia alrededor que no hubiera algún depredador que pudiese cruzarse en el camino de su protegido.
Eran un puma blanco, un águila imperial, y un poderoso león, que estaban siendo iluminados por la luz de una estrella cuyo origen se situaba en un remoto punto en el universo... una nebulosa de energía divina, del poder que todo lo sabe, que todo lo puede... su Dios.
Documento originalmente publicado en whitepuma.net en nov 15, 1997.