Dulce condena a la libertad (parte dos)

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- ¿Cómo estas?

- ¿Cómo puedo estar? muerto, así es como estoy

- ¿Por qué lo dices?

- Jajajajaja, ¿sabes? es increíble lo hipócrita que eres, hablas como si me conocieras y como si fueras mi mejor amigo y me quisieras ayudar.

- Pero es lo que quiero hacer, quiero ayudarte.

- Calla mierda!!, me das asco, te quiero ayudar, no digas cojudeces... ¿me quieres ayudar? y me tienes encerrado, atado de manos, drogándome con una dosis cada vez mayor, ¿así me quieres ayudar? métete tu ayuda por el culo man.

- Eso no ayuda en nada, ¿sabes?

- Sí lo sé, pero al menos descargo algo de mi cólera.

- Espero que así sea.

- Así es, de otra forma sería algo más divertido, pero un poco doloroso para ti, jojojojojo...

- ¿Ah, sí? ¿y cuál sería la otra forma?

- P’s fácil, sería matándote, pero aún me eres útil, así que por ahora todo bien.

- Mmmm... Bueno, dime, ¿por qué tanta fascinación con la muerte?

- ¿Por qué no?

- ¿No te parece ya demasiado?

- Nunca es demasiado.

- Háblame un poco de ti.

- ¿Qué quieres saber?

- Por ejemplo, ¿por qué siempre le huyes a la luz, por qué te gusta estar siempre en las sombras?

- Porque ese es mi mundo, es ahí donde soy yo y donde nadie me puede juzgar; no lo entiendes ¿verdad?

- ¿Entender qué?

- Esto que está aquí, aquí dentro, dentro de mí, es un dolor tan grande, un sentimiento tan oscuro que le teme a la luz del día, en las sombras soy libre; le temo, ¿sabes?, y mucho.

- Quieres decir... que le temes a la realidad.

- ¿Realidad? ¿de qué realidad hablas? ¿vivir en tu mundo donde todo es violencia, muerte y destrucción?

- ¿El asesino hablando de paz?

- ¿Yo asesino?, yo no asesiné a nadie, sólo aplique la ley mesiánica.

- Aldebarán, esa ley murió con Jesús.

- Bueno, Jesús era un ángel que vino dizque a pagar por todo lo que otros hicieron, entonces yo hice que él pagase por todo lo que hizo, ¿ves? ojo por ojo, vida por vida.

- Pero él no hizo nada...

- No hizo nada, ESE FUE EL PUTO PROBLEMA!!!!! por más que me escuchó gritar él no hizo nada, me alejó de ella y no la ayudó, es por eso que lo maté y no me arrepiento de nada.

- Él no la mató, nadie podría imaginar lo que podía pasar.

- Yo sé lo dije, yo lloré, grité, supliqué... y nada sirvió, él era sordo a mis palabras, me ignoró como a un perro, date cuenta que él provocó todo.

- Pero hay otras formas de resolver las cosas...

- No!!! no las hay, es vida por vida, aún recuerdo cómo fue todo, lo tengo aquí metido en la cabeza.

- Háblame de eso.

- Ahhhhh... aún duele, aún tengo sed de venganza.

- Dime cómo fue ese día.

- Había mucho sol, recuerdo, andábamos caminando por un parque, habían muchas palomas y gente tomándose fotos, todos estaban felices, los niños jugaban, corrían de un lado a otro, Ayram los miraba encantada, ellos se le acercaban y ella se ponía a jugar con ellos, era un ángel.
En eso llegaron ellos.

- ¿Quiénes?

- Ellos, sus padres. Ella se puso a mi lado y me cogió de la mano; su padre le pidió que fuera con él, ella se negó, dijo que si no iba conmigo no se movería, yo trataba de que se calmase y le pedí que hiciera lo que su padre le decía, pero ella me decía que no, que ellos no podían manejar su vida, su padre amenazó con quitarle todo y dejarla en la calle, pero ella se mantuvo. Luego su padre empezó a agredirme y a amenazarme; en ese momento tuve ganas de matarlo, sentí cómo la ira crecía en mí, pero me tranquilicé y pensé que si lo iba a matar, p’s lo haría cuando estuviera solo y simplemente sonreí. Ayram gritaba con su madre; para esto, todo el parque estaba atento a lo que pasaba.
De pronto, Ayram me miró y en sus ojos pude ver la llama de su vida extinguirse, yo no lo podía creer, sus padres seguían gritando, sin darse cuenta, todo pasaba lentamente, una lágrima resbaló de sus ojos y yo simplemente estaba inmóvil, sentí como ella apretaba mi mano, y lentamente se fue durmiendo en mi pecho, yo la recosté en el suelo y de inmediato le tomé el pulso. Nada, no había pulso, ella estaba pálida, su padre en vez de ayudar, simplemente me acusaba por lo que pasaba. mientras la desesperación crecía en mí y las lágrimas brotaban de mis ojos.
Traté de reanimarla, le administraba RCP pero nada servía, levanté la cabeza y les grité a sus padres para que llamaran a los paramédicos. Ellos llegaron al instante, se la llevaron y sus padres no me dejaron ir con ella en la ambulancia, así que los seguí en un taxi; yo ardía por dentro, mi corazón golpeaba mi pecho tan fuerte, que apenas podía resistirlo.
Al llegar al hospital, traté de hablar con el médico para decirle que Ayram ya había tenido estos síntomas y que después de unos minutos volvía en sí, pero él no me escuchó, me dijo que si no era familiar, me tenía que ir, y yo lloraba y gritaba, me arrastraba, pero nada servía, la seguridad del hospital me echó a la calle; yo luchaba entre lágrimas, pero ellos eran demasiados. Continué luchando hasta que sentí un golpe en la cabeza y caí inconsciente.

- ¿Los padres de Ayram sabían que estos “ataques” pasaban?

- Sí lo sabían, pero los desmayos habían empezado a empeorar y eran cada vez más largos; eso no lo sabían, ni tampoco el puto doctor.

- ¿Y qué pasó después?

- El médico la examinó y la dio por muerta, su diagnostico final fue muerte médica. Los padres de Ayram, entre todo su dolor y culpa, mandaron que la enterraran de inmediato, el médico se opuso y pidió hacerle la necropsia de ley, pero el padre de Ayram es muy poderoso e influyente y ordenó el entierro en el acto, y así fue, se la llevaron y en una ceremonia privada enterraron a Ayram.

- ¿Y tú?

- ¿Yo? Yo andaba inconsciente; al despertar después de unas horas en el hospital, lo primero que hice al volver en mí fue preguntar por Ayram, cuando me dijeron lo que había pasado corrí al cementerio, corrí tan rápido como pude, por mi cabeza pasaban los momentos juntos, yo lloraba y corría como condenado, no podía creerlo, no podía ser cierto, yo sabía que ella estaba viva, lo sentía, ella no podía estar muerta.
Cuando llegué había una escolta que custodiaba el lugar por órdenes de su padre; yo me acerqué corriendo, recuerdo que empezó a llover tan fuerte que las gotas dolían al golpear mi rostro, yo me tiré sobre la tierra y empecé a escarbar con mis manos. Yo quería liberarla, yo podía sentir su llamado, y gritaba para que me ayudaran a liberarla, pero la escolta en vez de ayudarme me golpearon y me trataban de alejar de ella. Yo me defendía como podía yo tenía que ayudarla, sentía su voz aquí dentro de mí, en mi corazón había un nudo y sentía que un alambre de púas lo penetraba, ellos me sujetaron y golpearon hasta dejarme inconsciente.
Dos días después tuvieron que hacer la exhumación del cuerpo para poder hacerle la necropsia de ley, recuerdo todo claramente, cada instante, cada mirada, cada sentimiento encontrado. Sus padres estaban a un lado y yo al otro cuando abrieron el ataúd.
Yo sentí como si mi alma me abandonaba, como mi sangre se enfriaba y mi corazón dejaba de latir, estuve en shock unos instantes, nadie decía nada, todos estaban paralizados. Yo me arrodillé pues no podía cargar ni con mi propio peso, la madre de Ayram se desmayó, el padre rompió en lágrimas y yo simplemente lloré en silencio, no podía creer lo que mis ojos me mostraban.
Toda la parte superior-interior del ataúd estaba rasgada, el recubrimiento y la madre estaban rasgados, las manos de Ayram estaban llenas de astillas, las yemas de sus dedos estaban astilladas, reventadas en sangre y sus uñas salidas de lugar. Ella había vuelto en sí mientras la enterraban, y se encontró encerrada en esas cuatro paredes negras, y en un acto de desesperación intentó inútilmente de rasgar la madera del ataúd.
Hay noches en las que juraría que escucho su voz, sus preguntas y siento su desesperación, ella murió por culpa de él, ¿y me dices a mí asesino? yo simplemente cobré la deuda.

- ¿Sí? ¿y que beneficio te trajo? sólo el morir, por lo visto una mala cobranza.

- No, no sabes el favor que me hacen al liberarme de este cuerpo, mañana cuando me dirija a esa silla y mire a todos a los ojos sabrán que soy libre y que no me arrepiento de haber matado a ese doctor.

- ¿No te asusta morir?

- Pero si ya estoy muerto, ¿no comprendes que yo morí aquella tarde en la que decidieron enterrar a mi vida?, lo único que me retiene aquí es este cuerpo, y mañana cuando ustedes bajen esa palanca me reuniré con mi amada Ayram, no sabes las ganas que tengo porque llegue mañana. Este mundo es una cárcel y la muerte es sólo una puerta de salida...

Esto fue lo ultimo que Aldebarán dijo, fui el ultimo con quien habló, al día siguiente no quiso que ningún sacerdote lo acompañara en su camino a la silla, al llegar al lugar, subió la mirada y miró fijamente a cada uno de los que allí estuvimos. Recuerdo que cuando me miró, pude ver en sus ojos paz y alegría, recuerdo que me sonrió y me mostró el poema que siempre escribió y me hizo un signo de victoria... Ahora entiendo qué quería decir con el poema, ahora entiendo como se sentía por dentro, ahora entiendo...

El último sueño (decir adiós)

Flotando a través de las nubes
los recuerdos vienen a acosarme ahora;
en mi espacio entre los cielos y
en la esquina de algún lugar lejano
tuve un sueño...
tuve un sueño...

Adiós madre,
adiós padre,
después de este sueño
estaré caminando lentamente hacia
el final, y el plateado de mis lágrimas
brillan en el frío aire de noviembre,
escucho el repicar de las campanas y me sumerjo
en mi sueño, y mientras las lágrimas brotan hasta
encontrar el confortable cuello, tomo su mano igual
de frágil y suave que siempre y me aferro a mi sueño.

Un lugar para estar, un espacio para amar,
algún lugar en donde puedas ocultar tus secretos,
donde puedas hablar en voz alta
acerca de tus dudas y temores, y lo que es más,
donde nunca nadie desaparece, nunca escuchas
sus gritos, ni sientes sus puños golpeando tu espalda,
un lugar donde puedes descansar a ambos lados del camino
y las personas te escuchan al hablar.

Todos pueden mostrar sus sentimientos
y abrir su corazón y nadie mata corazones
nunca más, nadie mata ilusiones, nunca más...

Noche tras noche
dando vueltas en mi cabeza, el sueño
me va volviendo loco, y en la esquina de algún lugar
mi amor duerme esta noche.

Lo hecho, hecho está, no puedes tan solo
escribir mi escena final,
ten en cuenta mi sueño...
tenlo en cuenta...

Sólo quiero dar las gracias a Ezcankemozcla por colaborar con El último sueño, poema ubicado en la primera parte de esta historia, y por haber ayudado con algo de inspiración cuando este servidor se encontraba falto de ella. Un gran gracias Rafael Santos Govea.

Documento originalmente publicado en whitepuma.net en may 31, 2004.

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