Historia para un Blue Cat, parte uno

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Hay un mito. Un mito popular tal como ese de no pasar por debajo de una escalera, o que se cruce en tu camino un gato negro trae mala suerte. Bien, no se hasta que punto sean ciertas o falsas estas creencias; yo por mi parte soy un criador de gatos y me parecen exelentes con esos ojos frios, enigmaticos e impersonales...

Y dice asi:

—Hola victor, ¿Que fue?, ¿te aceptó Carmen?

Carmencita era una preciosidad. Tenia ese andar suyo de gacela en el que movia hasta el ultimo hueso de su estructura osea recubierta con la cantidad justa de tejidos donde debía.

Yo la había conocido hacía un par de meses en la clase de debate que llevamos juntos en la pequeña Universidad de Cujudilandia. Me cayó tan bien, que inmediatamente le propuse salir juntos, a lo que respondio con una negativa, sin embargo, y con no poco esfuerzo, conseguí que me tuviese confianza, y salimos un par de veces...

Carlos es todo lo que cabe esperar del típico estudiante perfecto. Era alto, de finas facciones, trato carismatico y amable y como si todo lo dicho fuese poco, un olímpico deportista. Lejos por eso de ser pedante, era cordial y amigable con todos, lo cual atraía la simpatia de alumnos y docentes. Siendo yo su mejor amigo, estaba orgulloso de él, y también agradecido por que me ayudaba en los cursos, me daba consejos acerca de mi disipada vida y me sacaba de lios.

Cuando llego a Cojudilandia lo presenté a todos mis conocidos y amigos, incluyendo a Diego y Carmencita. Con todo, siempre me dedicó su especial amistad... creo que allí empezo todo. Cuando le presenté a Carmen quedó paralizado, de tal forma que no pude menos que enorgullecerme. Pensaba: "tengo un gran amigo y una futura hermosa e inteligente novia, ¿que más puedo desear?". Pero alto. Hice planes antes de tiempo y noté un alejamiento de parte de los dos y quedé solo con Diego, quien me insinuaba la relacion entre Carlos y Carmen, pero lógico, yo no quería ver lo evidente; eran tal para cual.  Y llegó el desenlace, yo le iba a pedir a Carmen que fuese mi novia; recuerdo esa estupida noche de sabado que fuimos a "The Piano", un bar con buena musica, pista de balie, pantalla de videos y video juegos, estaba muy de moda. Me costó mucho convencerla que fuera conmigo, mas lo logré. Para colmo de males le compré a Diego un anillo para Carmen y él me dijo que lo obtuvo como obsequio por la compra de una gargantilla. Llego el momento.

—Carmen –dije acariciando en mi bolsillo la caja que contenía el anillo.–  Sabes lo que siento por ti, créeme, también se lo que tu sientes; para qué engañarnos...

—Cierto –me interrumpió y ante mi asombro, agregó:–  no debemos engañarnos, sinceramente no creí que fuera tan facil y temía herirte, pero parece que lo comprendes todo tan bien –dijo con su hermosa sonrisa.–  Soy novia de carlos y me alegra que lo comprendas...

No pude oir más. Supongo que no soy el primero ni el único que pasó por esto. Pero todo me parecio un sueño.

La caja del anillo rodó por mi mano al suelo recuerdo vagamente como después la tuve en el bolsillo. Veo al mozo darme algo y yo agradesco automáticamente; veo como a través de una nube a Carmen que me pregunta si me siento bien, reacciono y toco la caja del anillo deseando que fuera la culata de un revólver. Me maldigo interiormente pero respondo sin afeccion visible:

—Lo sé, lo sé –mientras esbozo mi mejor sonrisa falsa–  ahora todo es mejor. Tu sabes, el no es de acá, y una compañia especial es siempre buena –no resisto más–  Oh! la hora!, discúlpame un momento tengo  que hacer una llamada.

Fui al baño, estaba furioso conmigo mismo. Tomé aire y regrese a mi mesa. Desde alli la vi bailando con Carlos, como si rieran (cosa que no hacian) bailaban abrazados. Pagué y me fui.

—¡Victor! ¿te aceptó? –insistió en saber Diego–

—No, no me declaré –le respondí casi gritando– y toma tu estúpido anillo: es novia de carlos, lo ama a él, ve y díselo a todos.

—¡Hombre! no es para tanto, hay otras chicas.

¡Claro! pero eran otras, yo queria a Carmen y nada más.

—Bien, vamos a clases, ya es hora –dijo y se acercó a conversar con otras chicas rumbo a clase.–

—¡Hola victor! –llamó la hermosa voz detras mio.–

—¡¡¡Carmen!!! –Exclamé.–

—Si... Carlos y yo nos preguntamos donde podrías haberte metido la noche del sábado y todo el domingo, fuiste a telefonear y ya no te vimos...

—Este..., claro ¿sabes?, me sentí un poco mal y estando tu ya en buena compañia... además, como te dije, tenía que estudiar... para hoy –dije entre balbuceos.– Disculpa, corro a mi exámen o no llego –termine gritando a toda carrera y tropezando al subir las gradas rumbo a mi clase.–

Ya en clase me llamaron la atención por no prestarla, pero ¿¡Cómo podía yo pensar en otra cosa si no era en Carmen y Carlos!? ¿Cómo trataría ahora a Carlos? ¿Con rencor? La verdad es que él no sabía lo que yo sentía por Carmen, así que no fue traición. La situación seguiría como si nada hubiese pasado. Yo sabría disimular. Pasó una semana, sin embargo, ya nada era igual. Eran ellos dos, y yo a un lado.

Sin embargo, Diego advirtió mi pesadumbre, y una vez en privado sacó a relucir un tema.

—Hombre... si estas tan obsesionado usa magia...

—Si, claro, "abacadabra, ven a mi cama..." No seas imbécil.

Terminó en otra dicusión inutil.

¿Inútil?, obsesión, magia... despues de todo, valía la pena intentarlo. ¿Cómo era eso de que en el amor y en la guerra...? Asi fue que me hice de este libro "Ocultismo, magia negra y ciencias relacionadas", rezaba el título del negro libro con gatos en la portada, gatos en relieve como si fuesen grandes demonios.

Hojee el índice... mmm ... dinero... mm -no me interesa por el momento- mmm... negocios... salud... m... amor... ¡Amor! - eso es - a ver, capitulo 7 - vaya, el 7 fue siempre mi numero favorito.

Documento originalmente publicado en whitepuma.net en ene 1, 2004.

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