Historia para un Blue Cat, parte dos... (el desenlace parte uno)

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Vaya, el 7 siempre fue mi numero favorito.

"Entonces se pondrá la foto de la persona amada (debe ser una donde Carmen aparezca sola, para no disminuir la fuerza del hechizo, el libro no lo dice, pero es mejor), en medio de los dos espejos que estén viéndose entre si, con el espejo denominado macho (el más grande) viendo a la vez por donde se pone el sol. La vela, nueva y perfumada, se pondrá sin otro soporte mas que el de su propia cera, detrás del espejo hembra. Luego se fumará un cigarrillo negro de propia fabricación, o el primero de una cajetilla nueva, se encenderá la vela y se fumará íntegro con el mismo fuego, es decir, no se dejará que se consuma solo.

Mientras se fume, se echará el humo sobre la foto repitiendo en voz alta el nombre de la persona amada. cada vez que se eche el humo a la foto, se agregará en mantra ven a mi. ¡Eso era! Me fui a conseguir todo lo que necesitaba. Vela, foto... FOTO!!!, yo no tengo fotos de ella, me las arreglaré con una foto de la fiesta del primer baile semestral.

Llego a casa y me encierro y empiezo el ritual que hará que Carmen sea mía. Cuando hube fumado ya más de medio cigarro me mareo, mas como estoy decidido a todo voy a seguir. Fue entonces que me pareció que la foto lloraba, me dije idiota, y lo atribuí al mareo, creyendo que lo imaginé. Entonces el reflejo en el espejo pequeño (hembra) se deformó dando imagen a Carmen por sobre las demás gentes que había en la foto. Maldición, sabía que debía haber sido una foto de ella sola. Y el reflejo habló:

- No Víctor, no es tu imaginación.

- Carmencita!!!

- Sí, soy yo - me dijo llorando - Jamás pensé que harías algo así, ya nunca más podré verte a los ojos, me repugnas. ¿No te das cuenta?, eres un miserable, egoísta, un ser sin escrúpulos.

- Pero yo, Carmen escúchame...

- ¿Qué me vas a decir?, ¿otras mentiras? ¿otras estupideces? ¿Quién te crees que eres?

- Fue muy difícil, es que yo te amo, solo quería que fueras mía...

- ¡Claro, tuya!, y así con brujería. ¿Es que piensas que podría amar a un ser tan egoísta?

- Carmen, yo...

La foto lloró y lloró. El humo del cigarro invadía toda la habitación, era tan denso que uno podía recostarse en él. La imagen de Carmen empezó a cambiar en uno de los espejos, no recuerdo cuál, ya no era la de Carmen sino era la de Carlos, y me invadió una profunda vergüenza.

- ¿Qué has hecho? - yo sólo pude bajar la mirada - ¿Por qué me has traicionado?, carajo, y yo que siempre creí y confié en ti, si te molestaba algo, ¿por qué carajos no lo dijiste?, ¡Claro!, eres tan falso que jamás hablabas. ¡Traidor!.

- ¿Y tú? ¿Y tú qué?, te traje aquí, te convencí de venir ¿Y? Tú me la quitaste, ¿qué me recriminas ahora?

- Sabes bien que no, no te pedí venir, y tú nunca me dijiste nada acerca de lo que sentías por Carmen. Yo siempre te aprecié, cuando necesitaste mi apoyo te lo di, cuando quisiste un consejo no te lo negué. Te defendí como a un hermano, me quede ayudándote en todos los exámenes y tú ¿qué mierda haces? Noche tras noche, tormenta tras tormenta, cada problema, cada pequeña cosa, sin importar el tiempo, estuve a tu lado, ¿para qué?, ¿para esto?

Yo me sentía venir abajo.

- Pero ¿sabes? Igual te perdono.

- No necesito tu perdón. - Estallé.

El maldito cigarro me asfixiaba y rodó finalmente entre mis dedos. Quise pisarlo, apagarlo, pero no podía, pese a que vi la brasa naranja brillando entre la espesísima nube de humo que se extendía invadiendo todo, y cuando la pisé, me di cuenta que eran los ojos del gato en alto relieve de la tapa del libro de brujería.

- Dios, ¿qué pasa? Fuera del dormitorio.

- ¡Traidor, cruel traidor! - Me gritaban los espejos.

El cigarro rodó hasta llegar a la foto, que comenzó a arder rápidamente.

- ¡Abre la puerta Víctor!, ¡Fuego! - oí a mi hermano gritar tras la puerta - ¡Incendio!

Yo corrí a abrirles y no pude. Encima de mi cama había un espejo y de éste salió una mano que me asió por el cuello y me introdujo en él. Me absorbió. Se abrió la ventana y el viento se llevó lasa cenizas de la foto. Empezaron a empujar la puerta, parecía que se venia abajo. El viento hizo caer los espejos y éstos se quebraron, en tanto el humo se disipaba rápidamente. Finalmente se abrió la puerta...

Documento originalmente publicado en whitepuma.net en ene 3, 2004.

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